domingo, 16 de diciembre de 2007

Donde está tu corazón, está tu tesoro

Por Felipe Berríos, S.J.

Este año murió mi padre. Días después de enterrarlo, nos juntamos los hijos con mi mamá en la casa en que crecimos y donde mis padres siempre han vivido. Nos reunimos en el escritorio de mi papá en un ambiente distendido y con mucha paz y agradecidos por el progenitor que tuvimos. Fuimos abriendo uno a uno sus cajones y revisando sus pertenencias, mientras que con nuestros recuerdos recorríamos su vida. Ya no era él quien nos mostraba sus cosas, sino que ahora eran ellas las que nos hablaban de él. Por mucho cariño y confianza que se le haya tenido a un ser querido, que ya no está, igual produce cierto pudor intrusear sus objetos y meterse en su intimidad.Su biblioteca y escritorio es un cuarto tapizado de libros y algunos instrumentos científicos, herramientas e inventos. Las cosas de mayor valor comercial que hallamos, además de sus aparejos de ciencia, fueron algunas ediciones de libros muy antiguos y valiosos, una moneda de oro y un poco de dinero nacional y extranjero. Todo el resto, especialmente sus inventos, tienen un valor incalculable sólo para nosotros.Después de intrusear todas sus pertenencias, nos abocamos a abrir la caja fuerte. Estaba disimulada dentro de un armario. Allí estaría guardado lo más valioso y que merecía estar protegido en una caja de seguridad a prueba de robos e incendios. Aunque teníamos el papel con la clave, fue muy difícil destrabarla, pues era una inamovible caja de acero antigua y con un sistema de cerradura muy sofisticado. Después de muchos intentos, en que movíamos el sistema de relojería en un sentido y en otro, logramos abrirla. Fue un momento de expectación cuando tiramos de la palanca y, chirriando, giró la pesada puerta.Nuestra sorpresa fue aún mayor cuando conocimos cuáles eran los tesoros de mi papá. La caja fuerte contenía diversos mechones de pelos de cuando éramos niños, cada uno amarrados con una cintita de género y un papel en que decía el nombre del hijo y su edad. Había una bolsa con los corchos de las champañas destapadas en cada uno de los bautizos de sus seis hijos y todos con su respectivo papelito que explicaba a quién pertenecía y la fecha. Había cartas nuestras, dirigidas al "Ratón Pérez", saludos de cumpleaños o Navidad, y viejas cartas de mi madre expresándole su cariño y contándole noticias de sus hijos mientras él andaba en algún viaje. También partes de matrimonios de mis hermanos, santitos de bautismo y de primera comunión, regalos confeccionados por nosotros cuando niños, etc. Ésas eran las únicas riquezas de mi papá y que guardaba bajo llave como lo más preciado de su vida.De alguna manera ésta fue la última lección que nos dio nuestro quijotesco padre, no sólo a sus hijos, sino que a todos quienes lean este artículo. Pues viviendo en una cultura del consumo –donde nos afanamos por tener más y nos vamos llenando de objetos que al final terminan siendo ellos nuestros dueños, donde nos hacen creer que somos más si tenemos más dinero y por ir tras de él– empobrecemos las relaciones de quienes más queremos. Nos vamos rodeando de comodidades que nos confortan, pero que también van dejando laxo nuestro espíritu. Y nos encandila el oropel del lujo que opaca la sencillez del honor y de los valores. Así de confundidos no podemos percibir que, tarde o temprano, cuando venga el inexorable recuento de nuestra vida, constataremos que nuestro verdadero y único tesoro no eran las cosas que hemos comprado, sino que sólo las personas y los momentos que nos regaló la vida y que supimos gozar y aprovechar.

Mío: Ojalá que en este tiempo de Adviento, (de espera al Señor que viene a hacer nueva todas las cosas) podamos entrar en nuestro corazón, revisarlo con lupa y así arrepentirnos de nuestros pecados y ofensas, como también alegrarnos de los grandes tesoros que poseemos.

Feliz Adviento y que Cristo vuelva a nacer en el fondo de suscorazones como en el seno de María.

jueves, 22 de noviembre de 2007

La Misión AMDG

Acabo de ver la película La Misión, que trata sobre la misión jesuita en el Iguazú en el año 1785, hace años que deseaba poder ver ese filme y ha sido muy gratificante encontrarme con él. Mejor dicho, fue gratificante encontrarme con esos compañeros de Jesús que dieron su vida por lo que encontraron justo, a luz del evangelio y según los designios de los tiempos, pasando sobre las Sacrosantas decisiones de la Iglesia; hay mucho que comentar.

Al comparar a estos hombres, hijos de Ignacio, a los hombres de nuestro tiempo, a los jóvenes anarquistas, a las mujeres presidentas y a todas las personas que formamos la sociedad actual, nos daremos cuenta de la gran semejanza existe, esos hombres encontraron una razón de ser y una vocación por la cual encaminar su vida y gritar a todo pulmón que VALE LA PENA seguir, en su caso, las huellas de Cristo y luchar por el evangelio encarnado que son los desamparados y oprimidos; en el diario la Tercera se publicó una encuesta realizada por el Instituto de la Juventud(1) que muestra que un 46,9% de los jóvenes buscan un trabajo que los satisfaga emocional o financieramente, pero que hasta hoy no lo han podido encontrar, que grito más grande expresa la juventud actual, buscar algo que los motive (25,7%), buscar una vocación y una meta por la cual valga la pena sacrificarse, como los jesuitas del Iguazú, que tuvieron la dicha de encontrar los ojos de Cristo y jamás borrarlos de sus mentes, pero ante datos tan desalentadores como los de la InJuv, queda preguntarse que hacemos cada uno de los que formamos este gran Cuerpo social por encontrar la razón de nuestro pasar por la Tierra, encontrar nuestra Misión, El estado y los poderes gubernamentales sólo se quedan en legalizar y soltar el máximo de dinero que puedan ($1.000 para el Transantiago) para facilitar nuestro desarrollo y bienestar personal (eso es lo que tienen que hacer), todos tenemos algo que aportar, trabajo para la casa es vuscarlo, mirar a nuestro lado y darnos cuenta que existe más gente que necesita de nuetra ayuda, solo así podemos lograr nuestras metas en común, algo que supieron hacer con mucho empeño los sacerdotes en las Misiones de San Miguel y de San Carlos usando solo el sistema de los primeros cristianos, "Todos formamos la Iglesia, y todos trabajamos por el bien de todos", no, usar ese sistema hoy en día es imposible en el mundo que hemos creado, el Mercado obra totalmente humana ha superado a su creador, pero NO a Dios, si lo llegase a superar sería que el hombre ha dejado de existir; pero volviendo al tema, Como hacer para que el hombre no se quede en la mediocridad y caminemos por este mundo sin más que como meros fantasmas deambulantes sin poder encender ese fuego que lo queme todo y haga brillar a la misma creación y encandile al mismo Dios.

Hace algunas semana me tocó viajar en un bus al lado de un adventista (Yo soy catolico apóstolico) y entable una conversacion de cerca de 4 horas con él, han sido una de las 4 horas mas enriquecedoras del último tiempo, y él me decía no poder entender la Santidad que pregonamos los católicos, esta "Devoción a las imagenes" según él, que practicamos los miembros del Cuerpo Mistico, y yo que le podía decir, si me lo preguntará hoy, yo le diría que la santidad son esos 4 jesuitas y cientos de guaraníes que fueron martirizados por lograr su Misión, por encontrar ese fue fuego que encienda otros fuegos(2), y encender todo el amazonas, santidad no es más que hacer lo que uno quiere, pero hacerlo con el mayor de los amores, porque si amas puedes hacer lo que quieras(3), es pararse firme y mirar el horizonte, y contemplar el futuro que desemboca en Dios y lanzarse sin deternse, como lo hiciera el Padre Gabriel, Ensalzar a Cristo y que vengan las balas, solo pueden matar el cuerpo pero nunca mataran el alma, cuanto miedo tenemos en que fallezca nuestro cuerpo, que las arrugas lleguen, que las canas aparezcan, que los gusanos se festines nuestros restos y cuan desinteresados estamos de la muerte de nuestro Espíritu, de la condenación que nos espera y de infelicidad que debemos soportar solamente porque la vela de nuestra alma se esta apagando. Buscar a Cristo y hallarlo es todo lo que se nos pide y la misión estará cumplida, amar, amar y sobre todas las cosas, AMAR, un consejo de amigo: amen y les aseguro que vuestra luz encenderá y gritarán como esos Jesuitas que Si Vale la Pena vivir, que SI vale la Pena seguir lo que uno encuentra justo y la sonrisa brotará como manantial de sus labios.

Los que aman son los que viven y los que odian estan muertos.

AMDG

Vean la película, es muy buena!!!!


(1) http://www.tercera.cl/medio/articulo/0,0,3255_5666_289225548,00.html
(2) San Alberto Hurtado S.J.
(3) SanAgustín de Hipona

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Discurso final

El Sábado 17 de Noviembre de 2007, me correspondio despedirme de mi Colegio, que durante 14 años me acogió como una familia, aquí la despedida que le entrego:

Hoy, en el día en que la iglesia celebra a Santa Isabel de Hungría, nos reunimos los alumnos de 4° año medio para despedirnos de nuestro Colegio, en otras palabras, este es el último adiós que le entregamos a la institución que fue nuestro hogar por cerca de 14 años. En estas condiciones es muy difícil poder zurcir palabras para expresar los sentimientos que encerramos en nuestros corazones. Pero siempre se puede hacer algo, cuando ingresamos al Colegio nuestros padres confiaron a las religiosas y profesores la formación de sus hijos, hoy son estos hijos los que agradecen la formación entregada.

Nosotros ingresamos a la Escuela N° 1 Santa Ana, ahora, Colegio San Francisco de Asís de Angol, estos son nombres que al ser pronunciado no nos dejarán indiferentes, pues constituye uno de los pilares más importantes de nuestras vidas. Llegamos por la mañana y pasamos largas horas, las que se transformaron en días y luego en años.

Son ya Catorce años dentro de estas salas, que han marcado una huella dentro de nuestra historia personal, no es menor el tiempo transcurrido, esta huella que la vivimos los 75 jóvenes que egresamos en este día, están llena de pasajes hermosos, como de trozos desagradables, como toda institución educacional, nuestro colegio ha intentado dar de sí todo lo que puede, de todas maneras muchas veces nos hemos sentido decepcionados, la sociedad actual y el vertiginoso mundo en el que estamos insertos no nos permite desarrollarnos al 100% como personas con intereses y aptitudes individuales, pero sobre estos escollos podemos sonreír y alegrarnos en esta ocasión, todos nuestros recuerdos y amistades que hemos construido a largo de nuestro pasar por estos pasillos, han cimentado nuestra formación valórica, nuestros conocimientos y nuestras energías para enfrentar el mundo que nos depara el destino. De lo que hemos obrado no nos arrepentimos, nuestras amistades y aprecios jamás pasarán y los bellos recuerdos se mantendrán inalterables.

Agradecer de sobremanera al cuerpo de profesores del más alto nivel profesional y completamente comprometido con su labor educacional, ellos son el pilar fundamental de nuestro pasar por el colegio, sin menos agradecer a todos los tíos auxiliares, que nos dejan el legado que una sonrisa no cuesta nada, pero entrega demasiado y no me voy a olvidar de nuestros padres, que más que mal, ahí estuvieron y ahí estarán todos los días para darnos su apoyo y cariño. Hermanas franciscanas, su labor ya está cumplida y nosotros somos hoy el reflejo de su guía y enseñanza cristiana. Nos queda mucho por caminar, todavía tenemos todo un mundo que descubrir y construir, que claramente lo haremos bajo las enseñanzas y el carisma franciscano que recibimos día a día , en nuestras aulas; el trabajo en nuestro, ya pronto, Ex-colegio todavía está en obra, a los que quedan les deseamos la mayor de las energías para que sigan construyendo un Colegio bajo el alero de Francisco y sigan laborando en un proyecto educativo que debe tener como fin el bienestar de los alumnos y de todo el personal que trabaja en él y así buscar la mayor Gloria de Dios.

Nos vamos y no se preocupen, no volveremos como extraños, volveremos como somos, sus hijos; sólo les decimos que como pensara nuestro querido capellán que en paz descanse, los robles solo se pueden medir cuando caen (Hugo González Guerrero ofm), ahora que nos vamos podrán darse cuenta de lo grande que éramos como personas y como cursos; compañeros, las puertas se están abriendo; nuestro patrono ya lo dijo: comencemos porque poco o nada hemos hecho (San Francisco de Asís)

Anhelante es en busca del triunfo, que nuestras metas siguen en pie.

Paz y Bien